Arroba
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Las palabras nacen y mueren, pero también pueden revivir y
reencarnarse. Arroba ya se usaba en los orígenes del
español, procedente del árabe hispánico arrúb' con el
significado de "cuarta parte", aplicado como medida de peso
y de capacidad. La cuarta parte reerida era la del quintal,
formado por cien libras de la antigua Castilla. Aunque el
peso concreto variaba de una región a otra de la península,
lo cierto es que tanto quintal como arroba también quedaron
en la lengua popular como expresión de la pesadez: "esto
pesa un quintal" "pesa una arroba", se dice aún en España y
América. Asimismo la locución por arrobas significa en gran
cantidad, de forma abundante, sobrada o excesiva; y, en
Cuba, de arroba se aplica a una situación difícil o a una
persona que no es de fiar.

Ahora bien, el uso continuo y reiterado de la palabra
arroba en listados y escritos mercantiles llevó a su
abreviación por medio del símbolo "@", leído como "arroba"
y documentado en España con este valor desde el siglo XV,
si bien su origen gráfico es objeto de diversas conjeturas.
Palabra y símbolo, utilizados también en portugués desde
antiguo, pasaron al francés; y el símbolo también al inglés
y a otras lenguas, como abreviatura de distintas formas que
comenzaban por la vocal "a". No obstante, conforme el
sistema métrico decimal fue extendiéndose en Francia,
España o Portugal, el empleo de la voz arroba fue
haciéndose más escaso y en la actualidad pocos saben a qué
peso corresponde exactamente.

A finales del siglo XIX se produjo un hecho muy simple,
pero de gran trascendencia: la inclusión del símbolo "@" en
el teclado de las máquinas de escribir, precisamente por su
utilidad en el campo comercial. Prácticamente un siglo
después, en 1971, el programador informático Ray Tomlinson
lo eligió para integrarlo en las direcciones de correo
electrónico, entre otras razones porque en inglés se leía
como "at" 'en' y venía al pelo para indicar el lugar en que
se alojaba el correo de un usuario. Lógicamente, el nuevo
símbolo informático se leyó en español, no como "at", sino
como "arroba". De este modo, una palabra que había sido
desahuciada acabó siendo recuperada para la vida cotidiana
por el uso de su abreviatura, concluyendo una maravillosa
historia de reencarnación. A partir de su uso moderno en el
correo electrónico, sus valores se han ramificado y hoy se
emplea también, seguido de una cadena de caracteres, para
identificar un emisor en la red social Twitter o como
morfema gramatical de género masculino o femenino
simultaneamente, cuando se desea recurrir al lenguaje
inclusivo: ciudadan@. Así pues, en la historia del símbolo
de la arroba, universalizado a través de la informática, la
lengua española ha tenido un protagonismo destacado y no
siempre reconocido.

La Maravillosa Historia del Español
Francisco Moreno Fernández
Instituto Cervantes
ESPASA, 2015